Un sector estratégico, pero aún oculto e infravalorado. Este es el panorama que se desprende del nuevo estudio «Trabajo doméstico y formación: Estrategias para superar la brecha de género y mejorar el bienestar de las familias», de Nuova Collaborazione, la asociación nacional de trabajadoras del hogar, realizado por el Centro de Investigación Luigi Einaudi de Turín. Un análisis que retrata un sector fundamental para el bienestar familiar italiano, aún marcado por la irregularidad, los bajos salarios y la carga de trabajo desequilibrada, lo que alimenta una persistente brecha de género.
En 2023, había 833.874 trabajadores regulares en el sector —el 88,6 % eran mujeres—, pero las estimaciones del Istat indican una fuerza laboral efectiva de más de 1,6 millones de personas, el 50 % de las cuales se encontraban en situación irregular. El trabajo doméstico es el sector con la mayor tasa de trabajo no declarado en Italia, contribuyendo con el 27 % a la economía informal del país. "El trabajo doméstico ya no es una necesidad privada de las familias, sino un asunto público de responsabilidad social y cohesión", enfatizó Alfredo Savia, presidente de Nuova Collaborazione. "Es hora de construir una estrategia nacional compartida entre instituciones, familias y trabajadores, basada en incentivos específicos, cursos de formación estructurados y el pleno reconocimiento del valor social del trabajo de cuidados".
Un fantasma habita en los hogares italianos: la economía invisible que apoya a las familias.
El estudio define el trabajo doméstico como una "economía invisible" formada por mujeres (a menudo migrantes) que cuidan de niños, ancianos y personas frágiles, en la mayoría de los casos sin derechos ni protección. El valor añadido del sector regular se estima en 16 000 millones de euros (0,74 % del PIB), pero el gasto familiar en servicios de cuidados ha ido disminuyendo desde 2014, lo que indica una creciente dificultad económica. Entre las familias con bajos ingresos —por debajo del umbral de los 2000 euros mensuales—, el 85 % ha recurrido al ahorro privado o a formas de deuda para cubrir el coste de un cuidador. Solo una minoría cumple plenamente con las contribuciones y las obligaciones regulatorias.
Norte y Sur, una brecha en el trabajo de cuidados que refleja profundas diferencias.
El trabajo doméstico está más extendido y mejor regulado en el Noroeste (31% del total nacional) y en el Centro de Italia (28%), donde una mayor disponibilidad económica y una oferta de servicios públicos más estructurada favorecen la regularización de los contratos. En estas zonas, la presencia de trabajadores extranjeros es muy elevada: en Lombardía, Emilia-Romaña y Lacio supera el 80%, lo que indica una mayor capacidad para atraer mano de obra migrante. Por el contrario, en el Sur y en las islas, el número de trabajadores domésticos regulares es significativamente menor. Los porcentajes de trabajadores extranjeros descienden por debajo del 40% en regiones como Molise y Basilicata, lo que refleja tanto menores flujos migratorios como una limitada posibilidad de regularización. A estos problemas críticos se suma una grave escasez de servicios de cuidado: el 30% de las familias del sur denuncia la ausencia de guarderías en su barrio, mientras que el 53% denuncia la falta de centros para personas mayores. Este desequilibrio territorial repercute directamente en el empleo femenino. En el Sur, solo una de cada tres mujeres trabaja (36%), en comparación con más del 60% en el Norte.
Mujeres, maternidad y trabajo: la cuestión de la conciliación
El análisis destaca cómo, antes del nacimiento del primer hijo, los ingresos anuales de ambos progenitores siguen una tendencia similar, con un ligero aumento, lo que indica que la decisión de ser padres suele darse en un momento de relativa estabilidad económica. Es después del parto que las diferencias se acentúan: en el año de la maternidad, los ingresos anuales de las mujeres disminuyen una media del 76%, mientras que los de los padres siguen creciendo, registrando un incremento del 6%. Solo a partir del tercer año se observa una reajuste en las tasas de crecimiento de los ingresos, pero las madres tardan al menos cinco años en recuperar los niveles salariales previos a la maternidad. Mientras tanto, en el mismo periodo, los padres registraron un aumento medio del 50% en comparación con los ingresos percibidos el año del nacimiento de su hijo.
Perfil de los trabajadores: edad avanzada, bajo nivel educativo
La edad promedio de los trabajadores domésticos es de 51,5 años, y solo el 4% cuenta con una certificación formal y oficial. La composición sigue siendo predominantemente extranjera (69%), pero entre 2014 y 2023, los trabajadores italianos aumentaron un 20%. El estudio denuncia la falta de itinerarios formativos homogéneos y la urgencia de fortalecer la oferta educativa.
Propuestas: mayor acceso, mayor calidad, mayor equidad
Nuova Collaboration propone un plan basado en cuatro puntos: la "mochila fiscal", un crédito fiscal individual y flexible, acumulable y transferible dentro de la unidad familiar, destinado a gastos de cuidado, educación y asistencia; un sistema más justo y simplificado, que supere la actual fragmentación de las bonificaciones; una contribución pública para la contratación regular de trabajadores certificados, basada en el modelo de la Asignación única Universal; y una "bonificación por contratación doméstica", que ofrece un reembolso de hasta el 84% del coste de una niñera o cuidador para familias con bajo ISEE y empleo a tiempo completo. La contribución disminuye proporcionalmente para quienes trabajan a tiempo parcial o tienen ingresos más altos. Se invierte en capacitación, con: incentivos para las familias que contraten trabajadores certificados (+10% de la contribución estándar); un Registro Nacional de Trabajadores Certificados accesible en línea; y la estandarización de los cursos regionales de capacitación.
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Un settore strategico ma ancora sommerso e sottovalutato. è il quadro che emerge dal nuovo studio "Lavoro domestico e formazione - Strategie per colmare il gender gap e valorizzare il welfare per le famiglie", di Nuova collaborazione, associazione nazionale datori di lavoro domestico, realizzato dal Centro di ricerca Luigi Einaudi di Torino. Un’analisi che fotografa un settore fondamentale per il welfare familiare italiano, ancora segnato da irregolarità, bassi salari, carichi squilibrati e che alimenta un persistente gender gap.
Nel 2023, i lavoratori regolari del comparto erano 833.874 – l’88,6% donne – ma le stime Istat indicano una forza lavoro effettiva di oltre 1,6 milioni di persone, di cui il 50% condizioni di irregolarità. Il lavoro domestico rappresenta il comparto con il più alto tasso di sommerso in Italia, contribuendo per il 27% all’intera economia informale del Paese. WIl lavoro domestico non è più un’esigenza privata delle famiglie, ma una questione pubblica di responsabilità sociale e coesioneW ha sottolineato Alfredo Savia, Presidente di Nuova Collaborazione. "È il momento di costruire una strategia nazionale condivisa tra istituzioni, famiglie e lavoratori, fondata su incentivi mirati, percorsi formativi strutturati e sul pieno riconoscimento del valore sociale del lavoro di cura".
Vite fantasma nelle case italiane: l’economia che non si vede ma regge le famiglie
Lo studio definisce il lavoro domestico come una "economia invisibile" fatta di donne (spesso migranti) che si prendono cura di bambini, anziani e persone fragili, nella maggior parte dei casi senza diritti né tutele. Il valore aggiunto del comparto regolare è stimato in 16 miliardi di euro (0,74% del Pil), ma la spesa delle famiglie per i servizi di cura è in calo dal 2014, segno della crescente difficoltà economica. Tra le famiglie a basso reddito – sotto la soglia dei 2.000 euro mensili – l’85% ha fatto ricorso a risparmi privati e/o a forme di indebitamento per affrontare la spesa del collaboratore badante. Solo una minoranza rispetta pienamente gli obblighi contributivi e normativi.
Nord e Sud, un divario nel lavoro di cura che riflette differenze profonde
Il lavoro domestico è più diffuso e meglio regolato nel Nord-Ovest (31% del totale nazionale) e nel Centro Italia (28%), dove la maggiore disponibilità economica e l’offerta di servizi pubblici più strutturata favoriscono la regolarizzazione dei contratti. In queste aree, la presenza di lavoratori stranieri è molto alta: in Lombardia, Emilia-Romagna e Lazio supera l’80%, segnalando una maggiore capacità di attrazione per manodopera migrante. Al contrario, nel Mezzogiorno e nelle isole, il numero di lavoratori domestici regolari è significativamente più basso. Le percentuali di lavoratori stranieri scendono sotto il 40% in regioni come Molise e Basilicata, riflettendo sia minori flussi migratori sia una limitata possibilità di regolarizzazione. A queste criticità si aggiunge una forte carenza di servizi di cura: il 30% delle famiglie meridionali segnala l’assenza di asili nido nel proprio quartiere, mentre il 53% denuncia la mancanza di centri per anziani. Questo squilibrio territoriale si traduce in un impatto diretto sull’occupazione femminile. Nel Mezzogiorno lavora solo una donna su tre (36%), contro oltre il 60% nel Nord.
Donne, maternità e lavoro: il nodo della conciliazione
L’analisi evidenzia come, prima della nascita del primo figlio, i redditi annui dei due genitori seguano un andamento simile, con una leggera crescita, segno che la decisione di diventare genitori avviene spesso in un momento di relativa stabilità economica. è dopo il parto che le differenze si amplificano: nell’anno della maternità il reddito annuo delle donne si riduce in media del 76%, mentre quello dei padri continua a crescere, registrando un aumento del 6%. Solo a partire dal terzo anno si osserva un riallineamento nei tassi di crescita dei redditi, ma le madri impiegano almeno cinque anni per recuperare i livelli salariali pre-maternità. Nel frattempo, nello stesso arco temporale, i padri registrano un incremento medio del 50% rispetto al reddito percepito nell’anno della nascità del figlio.
Il profilo dei lavoratori: età alta, formazione bassa
L’età media dei lavoratori domestici è 51,5 anni, e solo il 4% possiede una certificazione formale e ufficiale. La composizione è ancora a prevalenza straniera (69%), ma dal 2014 al 2023 i lavoratori italiani sono aumentati del 20%. Lo studio denuncia la carenza di percorsi formativi omogenei e l’urgenza di rafforzare l’offerta educativa.
Le proposte: più accesso, più qualità, più equità
Nuova collaborazione propone un piano basato su quattro punti: lo "zainetto fiscale", un credito d’imposta individuale e flessibile, accumulabile e trasferibile all’interno del nucleo familiare, destinabile a spese di cura, educazione e assistenza. Un sistema più equo e semplificato, che supera la frammentazione attuale dei bonus. Un contributo pubblico per l’assunzione regolare di lavoratori certificati, modellato sull’Assegno unico universale. Un "bonus per l’assunzione domestica", che prevede un rimborso fino all’84% del costo di una baby sitter o badante per le famiglie con basso Isee e lavoro full-time. Il contributo cala proporzionalmente per chi lavora part-time o ha redditi più alti. Un investimento nella formazione, con: incentivi per le famiglie che assumono lavoratori certificati (+10% del contributo standard); un Registro nazionale dei lavoratori certificati accessibile online; la standardizzazione dei percorsi formativi regionali.
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